Los orantes son "siervos del Amor"

Teresa nos habla de los orantes como “siervos del amor”, los que siguen al que tanto nos amó por el camino del “trato de amistad” en la oración. En la medida que avanzamos en la oración desaparece el “Temor servil”, el querer contentarle ya sea por miedo o por buscar un beneficio nuestro en la oración, superado lo anterior nos enrumbamos al camino del Amor. Nos recuerda que es falta nuestra no gozar de “tan gran dignidad” ya que Dios lo desea, pero necesita el esfuerzo de nuestra parte, disponernos totalmente. El Texto dice así:
           
“Pues hablemos ahora de los que comienzan a ser siervos del amor: no me parece otra cosa el decidirnos a seguir, por este camino de oración, al que tanto nos amó. Es una dignidad tan grande, que me regalo extrañamente al pensar en ella; el temor servil luego desaparece si en este primer estado vamos como debemos ir. ¡Oh, Señor de mi alma y Bien mío! ¿Por qué no quisisteis que al decidirse un alma a amaros, haciendo lo posible por dejarlo todo para emplearse mejor en este amor de Dios, gozase de subir pronto a tener este amor perfecto?
            He dicho mal. Debía decir, y quejarme, por qué no queremos nosotros, pues toda la falta es nuestra de no gozar luego de tan gran dignidad; pues llegando a tener con perfección este verdadero amor de Dios, trae consigo todos los bienes. Su Majestad no quiere que gocemos de cosa tan preciosa sin pagar gran precio; pero somos tan caros y tan lentos en darnos del todo a Dios, que no acabamos de disponernos”. V 11,1


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