"HABIÉNDOME HERIDO"

 1. Encontramos en este verso la situación dificultosa que vive el alma, experiementa la ausencia de la persona amada, ya este es un dolor habitual, hay una “distancia” una determinada situación que los separa.  “Un contexto”, en este caso es la falta de la entrega plena. Estado que hiere a la Persona le causa pena y dolor. Veamos el texto:


"Que es como si dijera: no sólo me bastaba la pena y el dolor que ordinariamente padezco en tu ausencia, sino que, hiriéndome más de amor con tu flecha y aumentando la pasión y apetito de tu vista, huyes con ligereza de ciervo y no te dejas comprehender algún tanto".
CB 1,16


2. A esto le sumamos la herida de amor que le dejo antes de huir con ligereza. Buscando la soledad seguramente. El alma ha recibido “vistas de amor”, las cuales han sido muy subidas (de vez en cuando). Tales vistas le inflaman el corazón y lo llenan de fuego que lo transforma estas experiencia le hacen “sentir su propio Ser”, toca su esencia. Toma como símil el Ave fénix.
Es de notar que las dichas “Vistas” no tienen el propósito de sanar, sino de avivar más el dolor, hiriendo, provocando “gemidos”.  Para  atizar  y aumentar el deseo de la persona por el Otro. Veamos el texto:


"Para más declaración de este verso es de saber que, allende de otras muchas diferencias de visitas que Dios hace al alma, con que la llaga y levanta en amor, suele hacer unos encendidos toques de amor, que a manera de saeta de fuego hieren y traspasan el alma y la dejan toda cauterizada con fuego de amor. Y éstas propiamente se llaman heridas de amor, de las cuales habla aquí el alma. Inflaman éstas tanto la voluntad en afición, que se está el alma abrasando en fuego y llama de amor; tanto, que parece consumirse en aquella llama, y la hace salir fuera de sí y renovar toda y pasar a nueva manera de ser, así como el ave fénix que se quema y renace de nuevo". CB 1,17


"Este sentimiento acaece así tan grande porque en aquella herida de amor que hace Dios al alma levántase el afecto de la voluntad con súbita presteza a la posesión del Amado, cuyo toque sintió. Y con esa misma presteza siente la ausencia y el no poderle poseer aquí como desea; y así, luego allí juntamente siente el gemido de la tal ausencia, porque estas visitas tales no son como otras en que Dios recrea y satisface al alma, porque éstas solo las hace más para herir que para sanar, y más para lastimar que para satisfacer, pues sirven para avivar la noticia y aumentar el apetito y, por consiguiente, el dolor y ansia de ver a Dios". CB 1,19




"COMO EL CIERVO HUISTE"


Compara San Juan de la Cruz,  el proceder de Dios con el modo de actuar del  “Ciervo”: esquivo, aparece y desaparece. Pareciera que fuera de “humo”. Cualquier ruido,  “volumen alto”,  lo puede espantar, al verse acorralado o presionado huye. Este aparecer y desaparecer tiene un doble propósito: animar a la persona con la "presencia" y probarla mediante la "ausencia", y así enseñarle a madurar en la fe.   Veamos el texto:


 “Donde es de notar que en los Cantares compara la Esposa al Esposo al ciervo y cabra  montañesa, diciendo: “Semejante es mi Amado a la cabra y al hijo de los ciervos”. Y esto no es sólo por ser  extraño y solitario, y huir de las compañías, como el ciervo, sino también por la presteza  de esconderse y mostrarse, cual suele hacer en las visitas que hace a las devotas almas  para regalarlas y animarlas, y en los desvíos y ausencias que las hace sentir después de  las tales visitas, para probarlas y humillarlas y enseñarlas; por lo cual las hace sentir con  mayor dolor la ausencia.”     CB 1, 15

"Amado, y me dejaste con gemido?"

Veremos lo que encontraremos en la explicación de este verso:

  • San Juan de la Cruz nos invita a llamarle a Dios “Amado”, de esta manera Él atenderá más rápido nuestras suplicas. “de Dios no se alcanza nada si no es por amor”.  CB 1,13
  • La ansiedad por Dios causa un constante “Gemir”. En nada encuentra alivio a la pena que siente por Dios. El que verdaderamente ama a Dios con ninguna otra cosa se contenta, aunque “todo” lo tenga no estará contento.
  • Y en esta vida sabe que no lo puede poseer totalmente.  Siempre expresará gemidos de amor, desde un corazón enamorado, por la herida causada por Dios.
  • Queda al Amante la “esperanza de lo que falta”…. El encuentro pleno con el que ama, en una espera pacífica.  Veamos el texto:


“En lo que dice luego: Y me dejaste con gemido, es de notar que la ausencia del Amado causa continuo gemir en el amante, porque, como fuera de él nada ama, en nada descansa ni recibe alivio. De donde, en esto se conocerá el que veras a Dios ama, si con ninguna cosa menos que él se contenta. Mas ¿qué digo se contenta? Pues, aunque todas juntas las posea, no estará contento, antes cuantas más tuviere estará menos satisfecho; porque la satisfacción del corazón no se halla en la posesión de las cosas, sino en la desnudez de todas ellas y pobreza de espíritu. Que, por consistir en ésta la perfección de amor en que se posee Dios con muy junta y particular gracia, vive el alma en esta vida, cuando ha llegado a ella, con alguna satisfacción, aunque no con hartura, pues que David (Sal. 16, 15), con toda su perfección, la esperaba en el cielo, diciendo: Cuando pareciere tu gloria, me hartaré.


Y así, no le basta la paz y tranquilidad y satisfacción de corazón a que puede llegar el alma en esta vida, para que deje de tener dentro de sí gemido, aunque pacífico y no penoso, en la esperanza de lo que falta. Porque el gemido es anejo a la esperanza; como el que decía el Apóstol (Rm. 8, 23) que tenía él y los demás, aunque perfectos, diciendo: Nosotros mismos, que tenemos las primicias del espíritu, dentro de nosotros mismos gemimos esperando la adopción de hijos de Dios. Este gemido, pues, tiene aquí el alma dentro de sí en el corazón enamorado; porque donde hiere el amor, allí está el gemido de la herida clamando siempre en el sentimiento de la ausencia, mayormente cuando habiendo ella gustado alguna dulce y sabrosa comunicación del Esposo, ausentándose, se quedó sola y seca de repente. Que por eso dice luego: CB 1,14

¿A dónde te escondiste?

Es de notar, en explicación de este verso, las ideas que nos  presenta San Juan de la Cruz sobre la experiencia sensible o no de Dios:

  • Pide al Hijo que le muestre el lugar donde se esconde.
  • El Hijo de Dios está en un lugar ajeno a todo entendimiento humano.
  • Toda experiencia del Dios por muy subida que sea no es esencialmente Dios (Totalidad). Nuestro Dios es un “Dios escondido”.
  • Por otro lado, la sequedad tampoco es testimonio de su ausencia.
  • Dios es un Tesoro escondido en el campo de nuestro corazón y hay que “escondernos” para encontrar al que está “escondido”  (CB 1,8-9). 
Veamos el Texto: 

Y es como si dijera: «Verbo, esposo mío, muéstrame el lugar donde estás escondido».  En lo cual le pide la manifestación de su divina esencia; porque el lugar adonde está  escondido el Hijo de Dios es, como dice San Juan, en el seno del Padre, que es la esencia  divina, la cual es ajena de todo ojo mortal y escondida de todo humano entendimiento;  que por eso Isaías, hablando con Dios, dijo: "Verdaderamente tú eres Dios escondido".

De donde es de notar que por grandes  comunicaciones y presencias, y altas y subidas noticias de Dios que un alma en esta vida  tenga, no es aquello esencialmente Dios ni tiene que ver con él; porque todavía a la  verdad le está al alma escondido, y por eso siempre le conviene al alma, sobre todas esas  grandezas, tenerle por escondido y buscarle escondido, diciendo: «¿Adónde te  escondiste?» porque ni la alta comunicación ni presencia sensible es cierto testimonio de  su graciosa presencia, ni la sequedad y carencia de todo eso en el alma lo es de su  ausencia en ella; lo cual el profeta Job dice: «Si viniere a mí no le veré, y si se fuere no lo entenderé».  CB 1,3