- Pide al Hijo que le muestre el lugar donde se esconde.
- El Hijo de Dios está en un lugar ajeno a todo entendimiento humano.
- Toda experiencia del Dios por muy subida que sea no es esencialmente Dios (Totalidad). Nuestro Dios es un “Dios escondido”.
- Por otro lado, la sequedad tampoco es testimonio de su ausencia.
- Dios es un Tesoro escondido en el campo de nuestro corazón y hay que “escondernos” para encontrar al que está “escondido” (CB 1,8-9).
Y es como si dijera: «Verbo,
esposo mío, muéstrame el lugar donde estás escondido». En lo cual le pide la manifestación de su
divina esencia; porque el lugar adonde está
escondido el Hijo de Dios es, como dice San Juan, en el seno del Padre,
que es la esencia divina, la cual es
ajena de todo ojo mortal y escondida de todo humano entendimiento; que por eso Isaías, hablando con Dios, dijo: "Verdaderamente tú eres Dios escondido".
De donde es de notar que por
grandes comunicaciones y presencias, y
altas y subidas noticias de Dios que un alma en esta vida tenga, no es aquello esencialmente Dios ni
tiene que ver con él; porque todavía a la
verdad le está al alma escondido, y por eso siempre le conviene al alma,
sobre todas esas grandezas, tenerle por
escondido y buscarle escondido, diciendo: «¿Adónde te escondiste?» porque ni la alta comunicación
ni presencia sensible es cierto testimonio de
su graciosa presencia, ni la sequedad y carencia de todo eso en el alma
lo es de su ausencia en ella; lo cual el
profeta Job dice: «Si viniere a mí no le veré, y si se fuere no lo entenderé». CB 1,3
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