"Amado, y me dejaste con gemido?"

Veremos lo que encontraremos en la explicación de este verso:

  • San Juan de la Cruz nos invita a llamarle a Dios “Amado”, de esta manera Él atenderá más rápido nuestras suplicas. “de Dios no se alcanza nada si no es por amor”.  CB 1,13
  • La ansiedad por Dios causa un constante “Gemir”. En nada encuentra alivio a la pena que siente por Dios. El que verdaderamente ama a Dios con ninguna otra cosa se contenta, aunque “todo” lo tenga no estará contento.
  • Y en esta vida sabe que no lo puede poseer totalmente.  Siempre expresará gemidos de amor, desde un corazón enamorado, por la herida causada por Dios.
  • Queda al Amante la “esperanza de lo que falta”…. El encuentro pleno con el que ama, en una espera pacífica.  Veamos el texto:


“En lo que dice luego: Y me dejaste con gemido, es de notar que la ausencia del Amado causa continuo gemir en el amante, porque, como fuera de él nada ama, en nada descansa ni recibe alivio. De donde, en esto se conocerá el que veras a Dios ama, si con ninguna cosa menos que él se contenta. Mas ¿qué digo se contenta? Pues, aunque todas juntas las posea, no estará contento, antes cuantas más tuviere estará menos satisfecho; porque la satisfacción del corazón no se halla en la posesión de las cosas, sino en la desnudez de todas ellas y pobreza de espíritu. Que, por consistir en ésta la perfección de amor en que se posee Dios con muy junta y particular gracia, vive el alma en esta vida, cuando ha llegado a ella, con alguna satisfacción, aunque no con hartura, pues que David (Sal. 16, 15), con toda su perfección, la esperaba en el cielo, diciendo: Cuando pareciere tu gloria, me hartaré.


Y así, no le basta la paz y tranquilidad y satisfacción de corazón a que puede llegar el alma en esta vida, para que deje de tener dentro de sí gemido, aunque pacífico y no penoso, en la esperanza de lo que falta. Porque el gemido es anejo a la esperanza; como el que decía el Apóstol (Rm. 8, 23) que tenía él y los demás, aunque perfectos, diciendo: Nosotros mismos, que tenemos las primicias del espíritu, dentro de nosotros mismos gemimos esperando la adopción de hijos de Dios. Este gemido, pues, tiene aquí el alma dentro de sí en el corazón enamorado; porque donde hiere el amor, allí está el gemido de la herida clamando siempre en el sentimiento de la ausencia, mayormente cuando habiendo ella gustado alguna dulce y sabrosa comunicación del Esposo, ausentándose, se quedó sola y seca de repente. Que por eso dice luego: CB 1,14

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