Nos describe San Juan de la
Cruz, la acción de la Trinidad en la
segunda canción de la “Llama de Amor viva”. Nos detenemos en la acción del
Espíritu Santo en la persona humana. En este texto le llama “Cauterio suave”. Nos enseña lo siguiente: 1. Que Dios nos abraza y absorbe en la medida que nos encuentra
dispuestos, Dios no violenta nuestra libertad. 2. Es una experiencia de amor tan especial que bien se distingue de
los otros fuegos (amores). 3. La
acción del Espíritu Santo es Transformante. Importante es disponernos pero no
olvidar que Dios lo hace “cuanto Él quiere y cómo y cuándo quiere”. Aquí el texto:
"Este Cauterio,
como habemos dicho, es aquí el Espíritu Santo, porque, como dice Moisés en el
Deuteronomio (4, 24): nuestro Señor es fuego consumidor, es a saber, fuego de
amor; el cual, como sea de infinita fuerza, inestimablemente puede consumir
y transformar en sí el alma que tocare. Pero a cada una la abrasa y absorbe
como la halla dispuesta: a una más, y a otra menos y esto cuanto él quiere y
cómo y cuando quiere. Y como él sea infinito fuego de amor, cuando él
quiere tocar al alma algo apretadamente, es el ardor de ella en tan sumo grado
de amor que le parece a ella que está ardiendo sobre todos los ardores del
mundo.
Que por eso en
esta junta llama ella al Espíritu Santo Cauterio, porque así como en el Cauterio
está el fuego más intenso y vehemente y hace mayor efecto que en los demás
fuegos, así el acto de esta unión, por ser de tan inflamado fuego de amor más
que todos los otros, por eso le llama Cauterio respecto de ellos. Y, por
cuanto este divino fuego, en este caso, tiene transformada toda el alma en sí,
no solamente siente Cauterio, mas toda ella está hecha Cauterio de vehemente
fuego". LI B 2, 2
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