Nuestro interior capaz de infinito: Llama 3,18

En la tercera canción de “LIama de Amor viva”, San Juan de la Cruz, nos habla de la capacidad de infinito que hay en nuestro interior. Esta capacidad de infinito sólo se puede llenar con Dios. Como algo extraño veremos que a pesar de esta “capacidad” cualquier “cosita” se pega en nuestro interior, haciéndonos esclavos, pero no da plenitud ni llenan. No se da cuenta la Persona de su gran capacidad por estar ocupadas “ser capaces de bienes infinitos”.  En otra etapa del camino espiritual luego de estar purificadas es grande el “hambre” de “deseo” de Dios.  Se encuentra vacío, libre de creatura, tendiendo a Dios.  Interesante es que  Dios no le termina de darle “comunicación” de sus bienes plenamente, apenas se está dando la disposición de parte de la persona, se ven resquicios de la Gloria de Dios, y esta pena es muy grande. Creerá en algún momento, erradamente, que estaba mejor antes de la purificación. Veamos el texto:

Estas cavernas son las potencias del alma: memoria, entendimiento y voluntad, las cuales son tan profundas cuanto de grandes bienes son capaces, pues no se llenan con menos que infinito.
Cuanto a lo primero, es de notar que estas cavernas de las potencias, cuando no están vacías y purgadas y limpias de toda afición de criatura, no sienten el vacío grande de su profunda capacidad; porque en esta vida cualquiera cosilla que a ellas se pegue basta para tenerlas tan embarazadas y embelesadas que no sientan su daño y echen menos sus inmensos bienes ni conozcan su capacidad. Y es cosa admirable que, con ser capaces de infinitos bienes, baste el menor de ellos a embarazarlas de manera que no los puedan recibir hasta de todo punto vaciarse, como luego diremos.
Pero cuando están vacías y limpias, es intolerable la sed y hambre y ansia del sentido espiritual; porque, como son profundos los estómagos de estas cavernas, profundamente penan, porque el manjar que echan menos también es profundo, que, como digo, es Dios.
Y este tan grande sentimiento comúnmente acaece hacia los fines de la iluminación y purificación del alma, antes que llegue a unión, donde ya se satisfacen. Porque, como el apetito espiritual está vacío y purgado de toda criatura y afección de ella, y perdido el temple natural, está templado a lo divino y tiene ya el vacío dispuesto, y, como todavía no se le comunica lo divino en unión de Dios, llega el penar de este vacío y sed más que a morir, mayormente cuando por algunos visos o resquicios se le trasluce algún rayo divino y no se le comunican. Y éstos son los que penan con amor impaciente, que no pueden estar mucho sin recibir o morir. LI 3,18


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