Fiesta de todos los santos carmelitas | 14 de noviembre


Mat 5:1-11

Al ver a la multitud, subió al monte. Se sentó y se le acercaron los discípulos.
Tomó la palabra y los instruyó en estos términos:
Dichosos los pobres de corazón, porque el reinado de Dios les pertenece.
Dichosos los afligidos, porque serán consolados.
Dichosos los desposeídos, porque heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque serán tratados con misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa del bien, porque el reinado de Dios les pertenece.
Dichosos vosotros cuando os injurien, os persigan y os calumnien de todo por mi causa.
Estad alegres y contentos pues vuestra paga en el cielo es abundante. De igual modo persiguieron a los profetas que os precedieron.


Comentario al NT EUNSA

Las bienaventuranzas forman el pórtico del Discurso de la Montaña. En ellas Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abrahán; pero les da una orientación nueva ordenándolas no sólo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los Cielos. «Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos» 

Lectura Teresiana

Por amor de nuestro Señor les pido se acuerden cuán presto se acaba todo y la merced que nos ha hecho nuestro Señor a traernos a esta Orden, y la gran pena que tendrá quien comenzare alguna relajación. Sino que pongan siempre los ojos en la casta de donde venimos, de aquellos santos Profetas. ¡Qué de santos tenemos en el cielo que trajeron este hábito! Tomemos una santa presunción, con el favor de Dios, de ser nosotros como ellos. Poco durará la batalla, hermanas mías, y el fin es eterno. Dejemos estas cosas que en sí no son, si no es las que nos allegan a este fin que no tiene fin, para más amarle y servirle, pues ha de vivir para siempre jamás, amén, amén.  A Dios sean dadas gracias.     F 29, 33   
       


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