Solamente la Persona que hiere de Amor es la que puede curar, no hay otra
medicina. Clama al que le dio el “toque de amor” (herida) para que le sane.
El “dar el paso” e ir tras la Persona amada (el de verdad), la que le
hirió con el toque suave, es un movimiento que se da por amor. Tal es la fuerza que le da el amor
que le hace: “aborrecer y despreciar” aquello que le “ataba” y era causa de
daño para su alma. Que no era posible hacerlo antes. Le hacía falta a
Ella el “toque delicado del amor”.
El encuentro con el amado le ayuda a experimentar una doble sensación: Salir de las “cosas” y de “sí”… el toque de
amor se transforma en un éxtasis….Veamos el texto:
20. En las heridas de amor no puede haber medicina sino de parte
del que hirió, y por eso esta herida alma salió en la fuerza del fuego que
causó la herida tras de su Amado que la había herido, clamando a él para que la
sanase.
Es de saber que este salir
espiritualmente se entiende aquí de dos maneras, para ir tras Dios: la una,
saliendo de todas las cosas, lo cual se hace por aborrecimiento y desprecio de
ellas; la otra, saliendo de sí misma por olvido de sí, lo cual se hace por el
amor de Dios. Porque, cuando éste toca al alma con las veras que se va diciendo
aquí, de tal manera la levanta, que no sólo la hace salir de sí misma por
olvido de sí, pero aun de sus quicios y modos e inclinaciones naturales la
saca, clamando por Dios. Y así, es como si dijera: Esposo mío, en aquel
toque tuyo y herida de amor sacaste mi alma, no sólo de todas las cosas, mas
también la sacaste e hiciste salir de sí (porque, a la verdad, y aun de la
carnes parece la saca), y levantástela a ti clamando por ti, ya desasida de
todo para asirse a ti.
Causa gran pena aun no tener la “posesión total”, de la persona amada. No
encuentra la ganancia de la perdida de o anterior. Sí siente que la tiene peor
no de forma “total”(Es un proceso y se necesita tiempo).
21. Pero dice allí la Esposa que quedó llagada, porque no le halló;
y aquí el alma también dice que está herida de amor, y la dejó así. Por eso, el
enamorado vive siempre penado en la ausencia, porque él está ya entregado al
que ama, esperando la paga de la entrega que ha hecho, y es la entrega del
Amado a él, y todavía no se le da; y estando ya perdido a todas las cosas y a
sí mismo por el Amado, no ha hallado la ganancia de su pérdida, pues carece de
la posesión del que ama su alma.
(CB 1, 20-22)
(CB 1, 20-22)
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